martes, 7 de abril de 2009

Escrito por: jdominguezala el 07 Abr 2009 - URL Permanente

El arrianismo debe su nombre a Arrio (256-336), quién se formó en Antioquía, fue sacerdote de Alejandría y después obispo libio, y desde aproximadamente el 318 difundió la creencia de que Dios es uno y no trino.
Afirmaba que Jesucristo no era Divino, sino alguien que fue creado por Dios para apoyarlo en su Plan. Al ser creado por Dios, hubo un tiempo en el que no existía, deduciéndose de esto que el Verbo no es eterno, o sea no es Divino.
Por raro que parezca, en los tres primeros siglos de existencia del Cristianismo, la naturaleza humana de Jesús apenas fue objeto de controversia. Quizás porque los primeros cristianos tenían sus cuitas en otras cosas tales como difundir la Palabra de Cristo y defender sus viadas y haciendas
Es cuando el Cristianismo, como religión, empieza a ser tolerado y, sobre todo, cuando con Constantino se convierte en religión oficial del Imperio, cuando se plantea en el seno de la Iglesia la divinidad de Cristo encarnado en un hombre, defendiéndose desde la ortodoxia católica que Jesús no era un hombre influido ni creado por Dios, sino que era Dios mismo.
Sin embargo, al ser esto considerado como un misterio, es comprensible que no fuera aceptado por muchísima gente que, como los seguidores de Arrio, se inclinaban por pensamientos más racionales, por lo tanto más inteligibles.
En 320 Alejandro, obispo de Alejandría, convoca un sínodo de más de cien obispos de Egipto y Libia que excomulga a Arrio por sus ideas heréticas.
El Arrianismo, sin embargo, se extiende por todo el oriente rápidamente, sobre todo en las grandes masas de gente humilde, campesinos, siervos y soldados.
En 325 Constantino convoca el concilio de Nicea, que condena al Arrianismo a instancias del diácono de Alejandría y jefe del partido antiarriano, San Atanasio, que consigue crear una definición de la fe ortodoxa:
"Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre..."
Arrio fue condenado al destierro, al igual que Eusebio de Nicomedia y otros muchos partidarios.
A pesar de las duras conclusiones del concilio de Nicea, Constantino, al que probablemente le preocupara más el apoyo que podía lograr del cristianismo que la doctrina en sí, fue convencido por su entorno para perdonar a Eusebio, y poco a poco a todos los demás, incluso Arrio, pero este muere en 336 antes de poder regresar.
A la muerte de Constancio en 361, el arrianismo se quedó sin su protector, y poco a poco fue prohibido en todo el Imperio, bajo la guerra declarada de los Padres de la Iglesia, los capadocios San Basilio y San Gregorio Nacianceno.
La muerte oficial del arrianismo se produjo en el Concilio de Constantinopla de 381, aunque siguió aún vivo por muchísimos años.

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